Voice-over: relación entre traductor audiovisual y estudio de doblaje

La traducción para voces superpuestas (o voice-over) es una de las formas de traducción audiovisual más comunes, rentables y creativas.

La particularidad principal del voice-over es que carece de muchos de los elementos restrictivos del doblaje. Uno no tiene que preocuparse tanto de la sincronía labial y por tanto, el coste suele ser menor.

No obstante, sí conserva muchos elementos del doblaje como la isocronía (es decir, que la duración entre original y traducción debe ser similar) o la sincronía cinética (los gestos que se observan deben ir en consonancia con el diálogo).

¡Qué raro sería ver a alguien asentir diciendo “no”!

Desde documentales hasta programas de telerrealidad, la traducción para voces superpuestas engloba una cantidad ingente de géneros televisivos, lo que da lugar a problemas y soluciones de lo más dispares.

¿Qué puede hacer el traductor para facilitar el trabajo en el estudio?

Aunque muchos estudios cuentan con protocolos y pautas que facilitan el trabajo de traducción, hay elementos que siempre se deben considerar más allá de los requerimientos del cliente.

Errores en el guion

Los textos que requieren de este tipo de traducción suelen contar con un guion, muchas veces, de dudosa calidad y fiabilidad ya que al tratarse de programas de televisión, gran parte del diálogo se ha transcrito una vez terminado el rodaje. Es por esto que hay que estar alerta y corregir los posibles errores del guion en la traducción.

El propio vídeo suele dar pistas de qué partes del guion son incorrectas. Por ejemplo, en el vídeo se puede oír una frase negativa mientras en el guion aparece en afirmativa: ¡Ajá! Hemos encontrado una incoherencia.

Además de esto, siempre se deben comprobar fechas, números y nombres propios que en ocasiones no aparecen bien ni en el guion ni en el vídeo.

Dubitaciones e interjecciones

Otros elemento a tener en cuenta son los tropiezos de los hablantes y las palabras vacías de sentido que usamos como relleno mientras organizamos un discurso en la mente, es decir, dubitaciones e interjecciones.

Cuando un hablante se equivoca o se traba al decir una palabra en el original, esto no debe reflejarse en el guion para voces superpuestas: ¿qué sentido tiene? No aporta nada más que confusión al locutor o actor de doblaje.

Pensemos de forma práctica: vacilar no aporta nada al mensaje

En cuanto a las interjecciones, se podría decir que distinguimos dos tipos: aquellas con valor significativo y aquellas vacías de significado.

Personalmente, no soy partidaria de dejar las interjecciones como tal, especialmente aquellas que se usan para rellenar mientras el hablante piensa en cómo formular lo que quiere decir. En ingles, por ejemplo, es frecuente escuchar uh, mm, yeah, so, etc. en mitad de un discurso sin que aporte valor ninguno. Mi propuesta es tratar de eliminarlas para que el trabajo en el estudio de doblaje sea más fluido.

No obstante, hay otro tipo de interjecciones que sí aportan valor y significado. De nuevo, poniendo el ejemplo del inglés, muchas veces oímos wow, yeah, oh, yeeha, etc. En mi opinión, lo más sensato para estas intervenciones es traducirlas por expresiones de significado similar: anda, vaya, toma, sí…

Oralidad y escribir para facilitar la lectura

Los traductores, como lingüistas que somos, muchas veces pecamos de querer seguir lo que dictan las instituciones de la lengua a rajatabla. Pero el uso real de un idioma, y en especial cuando hablamos de un texto que se lee y se locuta, presenta un elemento muy característico: la oralidad.

Los clientes finales no verán el producto como un documento en Word, verán un vídeo, oirán voces. Por eso, es importante recordar que debemos escribir como si se tratara de un discurso oral (en ocasiones más formal y poético, como en los documentales, y en otras más informal y despreocupado, como en los reality shows).

Si la longitud de la intervención lo permite, podemos introducir marcas orales como “es que”, “pues”, “en fin”, etc. para que suene más real.

Por otro lado, seguro que los compañeros en el estudio de doblaje agradecerán que el texto sea fácil de leer y por tanto, de locutar o actuar. Para ello, podemos hacer varias cosas:

  • Olvidarnos de lo que dice la Fundéu o la RAE sobre las escrituras de los numerales: los números y fechas deben escribirse como más natural resulte leerlos. ¿Qué cuesta más leer “seis millones” o “6.000.000”?
  • Tener en cuenta que muchas abreviaturas, aunque se entiendan perfectamente, son más difíciles de leer de forma fluida que las palabras en sí. Por ejemplo, no es lo mismo ver “km2” que “kilómetros cuadrados”.
  • Transcribir los nombres propios tal como se pronuncian cada vez que aparezcan (y no solo la primera vez). Es tan fácil como usar la función de buscar o remplazar en Word y seguro que en el estudio lo agradecerán.
  • De igual manera, no cambiar los nombres propios por motes o acortarlos, a veces puede resultar en un trabajo más rápido en el estudio aunque se pierda algún matiz cariñoso.
  • Tratar los extranjerismos con sumo cuidado y, si es posible o hay una palabra más adecuada para ello, intentar no usarlos. De todas formas, si es necesario usarlo porque “es que lo llaman así”, sería interesante que también fueran con transcripción.

Colaborar con el ajuste

No es que el traductor siempre sea ajustador, pero en muchos estudios se encarga al traductor que colabore un mínimo al ajuste del texto en este tipo de encargos que quizá no requieran de tanta labor como en el doblaje.

Siempre que se pueda, no está de más marcar el código de tiempo de nuevo cuando hay una pausa larga, intentar que la longitud de la traducción y el original sea similar (isocronía), tratar de usar los signos de puntuación de forma que se adecuen a las pausas reales del hablante y no a cómo aparecen en el guion, o añadir notas al pie para hacer entender partes del texto que puedan contener varios significados o ser confusas.

¿Qué pueden hacer desde el estudio para facilitar el trabajo al traductor?

Para que el producto final vea la luz se ha de trabajar en equipo, el estudio es compañero a la vez que cliente y por eso, también quiere que el trabajo que presente esté lo mejor posible en el tiempo que haya.

Pautas o protocolos

Cuando un estudio envía una serie de normas que el traductor debe seguir a la hora de hacer su trabajo, da respuesta a muchas dudas que, de otra manera, llevaría mucho tiempo resolver: bien porque el traductor ha de plantearse durante un rato qué podría ser mejor, bien porque vuelve a preguntar al estudio y espera una respuesta.

Un trabajo mejor de cualquiera de las partes es un trabajo mejor para ambos

Por obvio que algo parezca, cuanto más quede recogido en estos protocolos, más coherencia habrá entre todos los encargos que reciba un estudio y más fácil les será la dinámica interna de trabajo. Así que no solo beneficia al traductor, sino, a su vez, también al estudio.

Plantillas o textos paralelos

Es preferible que el estudio siempre envíe ejemplos de otros encargos que hayan hecho: sobre todo si es la primera vez que traductor y estudio colaboran.

Los que más pueden ayudar a los traductores a entender el registro, el estilo y la forma que se busca son los ejemplos de traducciones del mismo programa (quizá de otra temporada o de un capítulo anterior).

Si no es posible, una plantilla de texto de cómo tiene que quedar el guion final también resulta útil para que el traductor vea dónde colocar los tiempos, los personajes y el texto.

Avisar de antemano

El estudio no puede dar por hecho que el traductor hará ciertas cosas sin que se las pidan: ¿Es necesario hacer un listado de los personajes o que se añada una cabecera concreta al principio? Es mejor avisarlo.

Además, entender los plazos de entrega de cada parte del proceso y de qué temática es el encargo o qué materiales son necesarios, hará que el traductor comprenda mejor todo el engranaje, se sienta parte de él (que ya lo es) y se preste a ser más proactivo. En resumen, cuanto más sepa el traductor, mejor podrá hacer su trabajo y por tanto, el trabajo en el estudio de doblaje será más sencillo.

Prestarse al diálogo: mejorar la relación entre traductor y estudio

Dejando atrás los aspectos técnicos de cómo traducir para mejorar el trabajo en el estudio y cómo el estudio puede facilitar el trabajo al traductor, algo fundamental para que ambas partes queden satisfechas es dialogar.

La relación entre el traductor y el estudio debe ser humana, igual que escribí sobre la relación entre traductor y gestor.

  • El traductor debe pedir lo que necesite, consultar las dudas que tenga y ser cordial y agradecido con el estudio. Pedir que nos comenten las correcciones siempre es buena idea de cara a no cometer los mismos tropiezos en futuros encargos.
  • El estudio debe aportar todo lo que le sea posible, resolver las dudas que tenga el traductor y ser comprensivo y corresponder el agradecimiento del traductor. Enviar críticas constructivas sobre cómo mejorar la traducción para que se adapte mejor a lo que se busca también resulta beneficioso.

Esto es todo por hoy.  ¡Gracias por llegar hasta aquí!

Si eres traductor, espero que te haya gustado esta reflexión y la compartas en las redes sociales, me ayudarías a dar a conocer mis servicios.

Si trabajas en un estudio de doblaje y quieres ponerte en contacto conmigo no lo dudes y escríbeme o llama.

Por Valle Mérida.

Publicado por valle.trad

Soy Valle, traductora audiovisual, jurídica y para otros sectores de inglés, francés y ruso a español.